Supongo que, a estas alturas, decir que el latín es una lengua muerta es incontestable. Sin embargo, pervive no sólo en las actuales lenguas románicas, sino también en multitud de expresiones, o latinismos, que han pasado a formar parte de nuestro acervo lingüístico de forma literal, o casi.
Desgraciadamente, su empleo suele plantear problemas no sólo a los usuarios de a pie (cuántas veces habré oído aquello de *de motu propio), sino también a los profesionales de la comunicación pues, bien por desactualización de los conocimientos, bien por pura ausencia de éstos, no siempre dan en el clavo cuando han de emplearlas.
Una de ellas es "post mórtem", cuya traducción es "después de muerto". Múltiples son las interpretaciones que se dan a la ortografía de este latinismo por parte de distintos redactores en diferentes diarios nacionales.
En Adn (no podía faltar), junto y sin tilde.
En El País, en cursiva, con guión (claro, es que en latín se estilaba tanto...) y sin tilde. Además, siguiendo la estela de la nueva publicidad de Ikea, "donde caben dos, caben tres".
La agencia Europa Press lo interpreta sin tilde, junto y, además, con comillas simples. Ahí queda eso.
Por último,
ABC se postula como el único diario en escribirlo separado. Eso sí, sin tilde, no vaya a ser que se desgaste la tecla de tanto pulsarla.
A todo esto, ¿qué dice la Real Academia?
Efectivamente, la forma correcta de escribir esta expresión es separando las dos palabras que la integran y poniendo tilde al vocablo "mórtem".
Resumiendo, el latín es una lengua muerta que, no obstante, sigue latiendo con fuerza en multitud de palabras y expresiones que empleamos día a día. La lástima es que, de seguir así, vamos a acabar rematándola del todo.
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INCISO:
Al hilo de la imagen extraída de ABC, y ya que entre expresiones anda el juego hoy, me gustaría comentar el uso de la expresión *en loor de santidad contenida en el artículo que hemos empleado para ilustrar una de las formas incorrectas de escribir "post mórtem".
Decía hace unos días que ABC me parece uno de los diarios mejor escritos de España, sin entrar en temas ideológicos en ningún momento (pues, a este respecto, la autora de esta bitácora es absolutamente imparcial a la hora de extraer ejemplos que ilustren las distintas entradas). Permítanme retractarme de mis palabras. Cada vez tengo más constancia de distintas incorrecciones y erratas contenidas en sus páginas y, no sólo eso, sino que si se les envía una rectificación sobre las mismas, dan la callada por respuesta, hacen oídos sordos o, dicho de otro modo, se la pasan por el Arco del Triunfo. No les culpo, pues es tendencia en otros muchos medios digitales, junto con la de borrar los comentarios con correcciones. Supongo que a nadie le hace gracia que le señalen con el dedo, pero siempre se ha dicho que "es de sabios rectificar". Será que el orgullo se antepone a la sed de aprendizaje.
Especialmente frecuente era la construcción en olor de santidad —como complemento, casi siempre, del verbo morir—, en cuyo origen, además de la metáfora aludida, cabe suponer que influyó la creencia extendida de que el cuerpo incorruptible de los santos exhala realmente, en el momento de la muerte, un olor especial. Esta construcción sigue vigente en el español actual: «Muchos que en España vivían en olor de santidad, como el mercedario Blas de Ocampo, no más hubieron respirado el aire de Chile se vieron de tal modo transformados e irreconocibles que no cabía duda de que Satán era el que aquí dictaba la ley» (Labarca Butamalón [Chile 1994]); «Varios ecuatorianos de admirables virtudes, muertos en olor de santidad, iluminan con su apostolado social el siglo xix» (Salvador Ecuador [Ec. 1994]).
[...]
El hecho de que el sentido recto, no metafórico, de la palabra olor dé lugar a interpretaciones jocosas de la locución en olor de multitud(es) ha hecho que, en los últimos años, muchas personas sustituyan olor por loor, palabra que, por significar ‘elogio o alabanza’, encaja mejor para el hablante actual con el valor de la locución; pero se trata de una ultracorrección que debe evitarse: «Llegó anoche a la capital en loor de multitudes, en medio del júbilo desaforado de una gente que le aclamaba como el libertador» (País [Esp.] 21.5.97); la construcción en loor de (‘en alabanza de’) es frecuente y correcta, pero va seguida siempre del sustantivo que expresa la persona o cosa a la que va dirigida la alabanza, no del sustantivo que expresa quién la realiza (→ loor, 1).
Hay cosas que huelen bastante peor, como la corrupción, el silencio y la pasividad de los gobiernos frente a las realidades que tienen delante cada día, la muerte de una mujer a manos de su pareja o la invasión de la Red por parte de pederastas. Pero a veces queremos ser tan finos que acabamos pateando el diccionario hasta destrozarlo.