martes, 29 de diciembre de 2009

Otra de instituciones

Para acceder a determinados puestos de funcionario hay que demostrar unos conocimientos de ortografía más o menos sólidos. Otra cosa es cuando se ostenta (o, en algunos casos, se detenta) un cargo al que se ha accedido mediante esta suerte de nepotismo y/o amiguismo que impera en este país de pandereta.

El Ayuntamiento de Santa Fe (Granada) es un claro ejemplo de esto. Pese a que tanto el cacique, digo, Alcalde que gobierna el municipio granadino, así como sus concejales, han sido elegidos por votación legítima, lo del personal laboral es otro cantar. Un "quítate tú pa ponerme yo" constante en el que, al final, la victoria es siempre para los mismos. El "prístino" procedimiento de selección, si bien no tan llamativo como el de la hermana de la Princesa de Asturias, otrora periodista, en el Ayuntamiento de Barcelona, no deja de estar impregnado de idéntica esencia. La que huele, o más bien apesta.

Paseando por las calles del lugar donde se firmaran las famosas Capitulaciones allá por 1492, mi instinto de arrancarme los ojos surgió en todo su esplendor cuando me encontré ante el siguiente cartel del Servicio Municipal de Deportes.




No voy a entrar en el uso totalmente arbitrario de las mayúsculas; tampoco en el hecho de que se escriba con ellas la primera letra de los meses del año, aunque se recomiende lo contrario. Donde no puedo evitar el despotrique -ni la acidez de estómago, dicho sea de paso- es en el empleo de las tildes, amén de otros aspectos ortográficos no menos graves.

La geografía granadina muestra un buen número de topónimos de distinta procedencia. Pampaneira o Capileira, por ejemplo, evidencian la repoblación llevada a cabo con cristianos procedentes del Reino de León y de Galicia; Huétor procede del árabe Qaryat al-Watá, o "pueblo en la colina". Pulianas, sin embargo, procede del latín "Paulus" o "Paulius". De todas formas, aunque sea innecesario conocer la etimología de cada localidad para saber escribir su nombre actual, quizá pueda dar lugar a determinadas confusiones en un momento dado.

Lo que no es justificable es obviar absolutamente cualquier consulta a las pertinentes páginas web de los distintos Ayuntamientos, en caso de no estar muy seguro de cuál es la ortografía exacta de cada topónimo. Y esto parece que es lo que han hecho en el Servicio Municipal de Deportes de Santa Fe.

Comenzamos por ese "Qúentar" impronunciable, de tilde desplazada por la tremenda ignorancia de quien la escribió. Seguimos con "Soportujar", convertida en aguda por obra y gracia de la ausencia de otra tilde que se quedó perdida en la Alpujarra.

Con todo, lo que me terminó de desatar el instinto asesino fue lo de "Jéres del Marquesado". La frecuente confusión entre s y z que muestran muchos sudamericanos ha contagiado al Ayuntamiento de Santa Fe, supongo que por tanto hermanamiento con ciudades del mal llamado "Nuevo Continente", tanto contacto humano con sus representantes y tanta comilona gratuita al hilo de estos hermanamientos tan poco prácticos, pero tan pomposos.

Para terminar, me es imposible no comentar ese "Ilusión por el deporte" precedido no de uno, sino de DOS signos de exclamación. Ya de por sí esto no estaría bien, uno basta y sobra, pero es que encima parece que el esfuerzo de escoger el signo de apertura en vez del de cierre era demasiado sobrehumano.

Juvenal dijo aquello de "mens sana in corpore sano". En el Ayuntamiento de Santa Fe no han querido descuidar lo segundo. ¿Para cuándo una concejalía que se centre en lo primero? ¿O es que no hay candidatos?

lunes, 28 de diciembre de 2009

Málaga, predicando con el ejemplo

Hay un dicho que, modificado por la publicidad, terminó diciendo que "la calidad bien entendida empieza por uno mismo". El refrán original decía "caridad", pero aquí me rindo al ingenio del creativo (o creativa) correspondiente porque me parece un perfecto punto de partida para la entrada de hoy.

De todos es sabido a estas alturas que hay una feroz competición para hacerse con la Capitalidad Europea de la Cultura en 2016. Entre las candidatas, junto a otras como Córdoba, Ávila, Santander o Alcalá de Henares, se encuentra la ciudad de Málaga, que ha enarbolado la bandera de Picasso (quien renegó de su tierra en vida todo lo renegable aunque ahora, al más puro estilo 1984, pretendan hacernos creer que la historia fue otra) como su principal baza para intentar hacerse con este particular trozo de pastel. Sinceramente, considero que en el ámbito cultural aún le queda mucho por andar y que aprender a esta urbe un poco quieroynopuedo, para la que el turismo ha sido hasta no hace mucho una gallina de los huevos de oro que, de tan sobreexplotada, ha terminado por desfallecer.

La cultura es un compendio de muchas cosas, está claro; historia, literatura, pintura, escultura, monumentos y demás conforman un todo del que, no se nos olvide, también participa la ortografía.

Pues bien, el área de Cultura y Educación de la Diputación de Málaga lanzó recientemente Culturama, un programa gratuito que ofrece atractivos descuentos para espectáculos que se celebren en sus espacios culturales. Homo Libris y una servidora sucumbimos a pocas tentaciones, pero si nos unen las palabras gratis y cultura en una sola frase, nos cegamos. Así que él tomó la iniciativa de inscribirse a este recién nacido club y quedamos a la espera de ver qué podía ofrecernos.

Hoy ha llegado a casa la carta en la que se incluía una curiosa tarjeta, al estilo de las de fidelidad de los comercios, con la que a partir de ahora podremos optar (él como titular y yo como fiel acompañante) a descuentos en obras de teatro y otras actividades organizadas por la Diputación de Málaga. Junto con la tarjeta, se adjunta un folleto en el que se describen algunas de estas actividades, así como establecimientos colaboradores con la entidad. Finalmente, en dicho folleto encontramos información sobre cómo obtener una camiseta del ciclo de música "Alternativos".



Centrarme en ese , cuya tilde mal puesta ya reconoce hasta el zoquete del corrector ortográfico de Word, no me permitiría contener la sarta de improperios que se me ocurren a estas horas. Y es que no es la primera vez que comento que ti no necesita de tilde diacrítica alguna, pues por su naturaleza monosílaba no ha de llevarla.

Ay, Málaga, Málaga. Málaga "la bella", te llaman (lástima tu clara apuesta por el hormigón y por contentar a los de fuera antes que a los de dentro, pues bien es cierto que escondes un puñado de rinconcillos con bastante encanto). Los lavados de cara siempre se quedan en eso, en lavados de cara, y no se puede pretender ganar una capitalidad cultural creando iniciativas a marchas forzadas que, por la propia precipitación que las impulsa, terminan por derrumbarse como un castillo de naipes. Las cosas, para que salgan bien, requieren su tiempo (siempre se ha dicho que Zamora no se hizo en una hora); desgraciadamente, al menos por lo que respecta al dominio de las letras que demuestran sus instituciones, Málaga no parece estar preparada para ganar nada en 2016.

sábado, 19 de diciembre de 2009

El retorno - El Azote azotado

Hay periodos en la vida en que parece que el tiempo se escurre entre los dedos, como un puñado de arena. Que los días pasan teñidos de gris, sin nada que los haga especiales, sin que parezcan cundir. Puede ser una semana, un mes, tres... o cuatro, como ha sido (y, por qué negarlo, aún es) mi caso. A veces las fuerzas fallan, las esperanzas se desvanecen, los sueños se desdibujan, pero es necesario obligarse a retomar aquello que te hace sentir vivo. Así que aquí estoy.

Y qué mejor manera de retomar esto que con una fe de erratas. No dudo en criticar a aquellos que dan por sentados sus conocimientos y no se molestan en reciclarlos; pues yo he incurrido exactamente en lo mismo.

Una profesora del máster que estoy cursando tuvo que señalarme, al hilo de la lectura de un trabajo de investigación mío, la incorrección que ahora supone poner tilde a los demostrativos, incluso aunque estos desempeñen la función de pronombres, salvo en caso de (infrecuente) ambigüedad. La Ortografía de 1999 señalaba la optatividad de la tilde en este caso; actualmente, tanto el Diccionario panhispánico de dudas de 2005 como el Esencial de 2006 proponen lo siguiente (cito del DPD):

Los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales, pueden ser pronombres (cuando ejercen funciones propias del sustantivo): Eligió este; Ese ganará; Quiero dos de aquellas; o adjetivos (cuando modifican al sustantivo): Esas actitudes nos preocupan; El jarrón este siempre está estorbando. Sea cual sea la función que desempeñen, los demostrativos siempre son tónicos y pertenecen, por su forma, al grupo de palabras que deben escribirse sin tilde según las reglas de acentuación: todos, salvo aquel, son palabras llanas terminadas en vocal o en -s ( 1.1.2) y aqueles aguda acabada en -l ( 1.1.1). Por lo tanto, solo cuando en una oración exista riesgo de ambigüedad porque el demostrativo pueda interpretarse en una u otra de las funciones antes señaladas, el demostrativo llevará obligatoriamente tilde en su uso pronominal. Así, en una oración como la del ejemplo siguiente, únicamente la presencia o ausencia de la tilde en el demostrativo permite interpretar correctamente el enunciado: ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración); ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el sujeto de esta oración no está expreso, y aquellos acompaña al sustantivo libros). Las formas neutras de los demostrativos, es decir, las palabras esto, eso y aquello, que solo pueden funcionar como pronombres, se escriben siempre sin tilde: Eso no es cierto; No entiendo esto.

Así que, por esta vez, el Azote ha sido azotado. Trabajaremos por que no haya una siguiente.

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Volviendo a lo que de verdad nos concierne, las incorrecciones lingüísticas, he de admitir que tengo pendiente un buen cargamento de imágenes para publicar, muchas de ellas enviadas por seguidores del blog. Sin embargo, cada una de ellas merece ser comentada de forma pormenorizada y detallada, de modo que a partir de los próximos días comenzaré a trabajar en ellas a fondo.

Hoy, de todos modos, tengo bastante fresco el nuevo anuncio televisivo de la línea capilar Thermal Recovery de TRESemmé. En esta ocasión, el error no es ortográfico ni estilístico, sino traductológico (término que a estas alturas no recoge la Real Academia Española, por cierto).

El vocablo inglés thermal tiene dos traducciones: termal (perteneciente o relativo a las termas, según el DRAE) y térmico (perteneciente o relativo al calor o la temperatura). Si, como en este contexto, se está promocionando un producto que precisamente pretende reparar los daños que causa el calor de aparatos como planchas y secadores, ¿a santo de qué viene traducir thermal como termal? Llámese desconocimiento, llámese despiste, pero el anuncio aparece insistentemente en nuestras televisiones, recordando una y otra vez que hubo alguien, desde que se gestó la campaña publicitaria hasta que se dio luz verde a su emisión, que ha demostrado que su inglés no es el que debiera.

O eso, o que nos quieren colar el "termal" y hacernos creer que estos productos contienen ingredientes procedentes de termas, manantiales y demás. El caso es que no deja de ser un error imperdonable.