Desde que comenzaras tu andadura, allá por 1998, en los informativos de Antena 3, no soy la única a la que ha fascinado tu peculiar estilo, gran profesionalidad y, sobre todo, cercanía a la hora de transmitir los últimos acontecimientos que han tenido lugar en este convulso mundo que habitamos.
No obstante, que te profese gran admiración y respeto no es excusa para no ponerte los puntos sobre las íes cuando toca, y ayer me llamó poderosamente la atención el desliz lingüístico que no solamente cometiste tú, sino también el reportero que apoyaba con su presencia en el lugar de los hechos el crédito de la noticia sobre Josef Fritzl, que pasará a la historia como "el Monstruo de Amstetten".
Por más que Fritzl se hubiera declarado culpable, eso no suponía un atenuante, como a bien tuviste en afirmar, igual que tu compañero. Se trataba (y se trata) de una atenuante, en femenino, ya que en esta construcción se sobreentiende, igual que en el caso de agravante, la palabra circunstancia, tal y como se afirma en el Diccionario panhispánico de dudas cuando se emplea en un contexto jurídico.
Con todo, y pese a tamaño patinazo, continuaré disfrutando a diario de tu particular visión de la actualidad, tus golpes de ironía cargados de amable gesto e innata inocencia y tus innegables cualidades como periodista, de las que has hecho gala todos estos años, pues de sobra conocido es el dicho que afirma que "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra".
Tuya afectísima,
Azote Ortográfico.
No obstante, que te profese gran admiración y respeto no es excusa para no ponerte los puntos sobre las íes cuando toca, y ayer me llamó poderosamente la atención el desliz lingüístico que no solamente cometiste tú, sino también el reportero que apoyaba con su presencia en el lugar de los hechos el crédito de la noticia sobre Josef Fritzl, que pasará a la historia como "el Monstruo de Amstetten".
Por más que Fritzl se hubiera declarado culpable, eso no suponía un atenuante, como a bien tuviste en afirmar, igual que tu compañero. Se trataba (y se trata) de una atenuante, en femenino, ya que en esta construcción se sobreentiende, igual que en el caso de agravante, la palabra circunstancia, tal y como se afirma en el Diccionario panhispánico de dudas cuando se emplea en un contexto jurídico.
atenuante. ‘Que disminuye la gravedad de algo’: «El juez [...] dictaminó que esos eran factores atenuantes y que reducían la responsabilidad de Dube» (Clarín [Arg.] 11.4.97). Cuando este adjetivo se sustantiva, puede hacerlo en masculino o femenino, dependiendo del género del sustantivo que se supone elidido —el (factor) atenuante, la (circunstancia) atenuante—: «El pianista de Santa tenía por lo menos el atenuante de ser ciego y feo» (Paranaguá Ripstein [Méx. 1997]); «Hay que tener en cuenta la atenuante de los condicionamientos culturales del momento» (Vanguardia [Esp.] 15.11.94). En el lenguaje jurídico, es preferible su empleo en femenino, puesto que en este ámbito la voz atenuante es sinónima de la construcción circunstancia atenuante (‘motivo legal para disminuir la responsabilidad penal del condenado’): «El fiscal le aplicó la atenuante de arrepentimiento espontáneo»Mundo ( [Esp.] 12.9.95).
Con todo, y pese a tamaño patinazo, continuaré disfrutando a diario de tu particular visión de la actualidad, tus golpes de ironía cargados de amable gesto e innata inocencia y tus innegables cualidades como periodista, de las que has hecho gala todos estos años, pues de sobra conocido es el dicho que afirma que "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra".
Tuya afectísima,
Azote Ortográfico.