lunes, 11 de abril de 2011

¿Estilo o excusa?

Lo primero que creo que debo hacer es disculparme por esta nueva y prolongada ausencia que, espero, no vuelva a repetirse. Nunca faltan ganas de sentarse delante del ordenador, y tampoco es que falte material precisamente; más bien sobra. Lo que falta, mal que me pese, es tiempo.

La cuestión es que llevo aproximadamente una semana con ganas de escribir esta entrada, pues todavía me dura el cabreo. Así que allá va.

Hoy preguntaba en Twitter qué excusas había puesto u oído el personal para no respetar la ortografía; a qué se debe esta pregunta, podríais cuestionaros. Todo empezó por culpa de mi vertiente "ciberactivista", o lo que es lo mismo, participar y suscribir a través de determinados sitios web cuantas acciones considere necesario, ya estén relacionadas con violaciones de los derechos humanos, abusos de poder por parte de la clase política o compañías con intereses económicos que hacen cualquier cosa por conseguir sus objetivos, entre otras. 

Esas "ciberacciones" (así es como las llaman) suelen realizarse mediante envíos masivos de correos electrónicos a los correspondientes responsables de cada salida de tiesto. Ya que tengo la sana costumbre de leer absolutamente todo lo que firmo, me di cuenta de que en este tipo de "ciberacciones" cometen un error recurrente que había comentado, precisamente hacía unos días, con Homo Libris a raíz de una conversación mantenida en su trabajo con algunos compañeros, que versaba sobre la calidad lingüística de un correo electrónico remitido por un alto cargo de la empresa. 

Resulta que este alto cargo comenzaba su misiva con un "Queridos compañeros," (no recuerdo si también decía "compañeras", aunque creo que no, pues me habría tirado aún más de los pelos) y los compañeros de Homo Libris afirmaban, con bastante seguridad en sí mismos, que eso estaba "bien" porque "así es como lo escribe todo el mundo". Algunos, es más, ni siquiera llegaban a apreciar dónde podía estar el error.

La Fundéu es bien clara al respecto:


Esa coma que cierra el encabezamiento se trata, por tanto, de una costumbre anglosajona. La nueva Ortografía de 2010 tampoco deja lugar a dudas (cito de la página 363): 

Es costumbre anglosajona, y debe evitarse en español, utilizar la coma en lugar de los dos puntos.

Es decir, en los encabezamientos de carta, el signo de puntuación que ha de usarse son los dos puntos y, en menor medida, el punto, pero nunca la coma.

Conocedora de este hecho, tras haberme percatado de que en la mencionada web utilizaban la coma en los encabezamientos de forma habitual, dirigí una sugerencia a los responsables de la misma para que sustituyeran la coma por los dos puntos, en la que argumentaba el porqué de la incorrección.

Recibí respuesta casi una semana después en la que, ya en el encabezamiento, la chica que me escribió metió la patita una vez más exactamente en aquello que había señalado en la sugerencia. Eso por no hablar de un tu posesivo al que le plantó una tilde como una catedral dentro del mismo correo electrónico.

Se me quedó una expresión entre la risa y el llanto que, si Da Vinci levantara la cabeza, probablemente la Gioconda hoy tendría mi cara, porque no sabía si la moza se estaba quedando conmigo, no se había leído la sugerencia a la que pretendidamente respondía con interés y luminosas palabras, o las dos cosas.

De inmediato respondí que era una lástima que la sugerencia hubiera caído en saco roto, pues en el propio encabezado de su correo electrónico volvía a cometer el mismo error.

Ahí fue donde se me pusieron las tripas negras. Me volvió a contestar la señorita Ele Punto con una hermosa coma detrás de mi nombre, pero no fue eso lo peor, no. Me soltó, y se quedó tan ancha, que son "asuntos de estilo" y que eso no interfiere en su "labor comunicativa".

¿Perdón? 

Lo primero es que la interfecta mezcló con una alegría inusitada las churras con las merinas, pues el estilo es una cosa y la ortografía, otra bien distinta. Lo segundo, ¿qué coj... demonios es eso de que no interfiere en su "labor comunicativa"? Si la ortografía tiene una razón de ser es precisamente esa: servir de estándar al que ceñirse, que evite malentendidos, la adición de "ruido" (como Homo Libris calificó muy acertadamente a este tipo de asuntos, pues al fin y al cabo son interferencias en la comunicación) y, básicamente, que cada cual escriba como le salga de las narices y se pierda la ya inestable unidad del idioma; cuando somos tantos millones de hablantes y tantos países implicados, con sus propios giros e idiosincrasia, es fundamental que existan unos cimientos en los que basarse.

Envié una última respuesta a Ele Punto, resumiendo brevemente lo que acabo de decir y, claro está, no esperé que volviera a contestar. Como así ha sido. A continuación, eliminé mi suscripción de la web de marras.

¿Que mi reacción fue desmedida? Puede, pero desde el punto y hora en que entendí que teníamos ideas al respecto radicamente opuestas, decidí que no quería tener nada que ver con esta gente que incita a enviar "sugerencias para mejorar" para luego pasárselas por las gónadas.

Mi última cuestión, por lo tanto, es la siguiente, que da título a esta entrada: ¿estilo o excusa? Porque yo creo que más bien se trata de lo segundo.