miércoles, 23 de enero de 2013

Andanadas de hostias

Si habéis visto la película Airbag (y, si no, probablemente también), os sonará la siguiente frase:


De eso precisamente quería hablaros.

Recuerdo con cariño a un compañero de clase que tenía en 5.º de EGB (parece que fue ayer, ¡ay!), de nombre Rodrigo, que nos hizo reír mucho a todos la mañana en que cayó en la cuenta de que había dos tipos de hostias: la hostia «de comer» y la hostia «de pegar» (en aquellos días, nos bastaba poco para estallar en carcajadas). No le faltaba razón, de hecho.

Pasaron los años. Un buen día, mientras hablaba con un par de amigos sobre cuestiones lingüísticas, surgió la gran duda: ¿es esa distinción la que marca que la palabra lleve hache o hay otro criterio más sencillo para eso? Empecemos por la hostia «de comer». La respuesta, en este caso, es que depende.

Resulta que existen dos tipos de (h)ostias que son comestibles: una de ellas va con hache; la otra, sin ella. Según el DRAE, la primera acepción del término hostia es la siguiente:
1. f. Hoja redonda y delgada de pan ácimo, que se consagra en la misa y con la que se comulga.
Es decir, si uno va a la iglesia y decide comulgar, la correspondiente hostia lleva hache. El DPD, por su parte, la define así:
‘Oblea que se consagra en la misa’: «Cuando el sacerdote levantó la hostia, a Felipe le pareció adivinar una presencia invisible» (Solares Nen [Méx. 1994]).
Sin embargo, no es única en su especie. Existe el homófono ostia, tan comestible como el anterior. Hablamos de lo siguiente:


Efectivamente: se trata de las ostras y no pasa absolutamente nada por llamarlas «ostias». Si buscamos el término en el DRAE, aparece una entrada que nos redirige a ostra. El DPD, no obstante (en línea con las contradicciones entre las distintas obras de la Real Academia Española que he mencionado varias veces en Twitter en estos días), coloca una bolaspa frente a ostia y redirige la búsqueda a la entrada dedicada a hostia. Entiendo, por tanto, que se prefiere la forma ostra a ostia, pero de ahí a plantarle una marca de incorrección delante en el Diccionario panhispánico de dudas creo que va un trecho.

También sin h existe Ostia, antiguo puerto de Roma, cuya ortografía no parece presentar tantas dificultades. 

Por el contrario, ¿qué sucede con la hostia «de pegar», como la llamaba Rodrigo? En este caso no hay tutía (otra expresión de la que me gustaría hablaros en otra ocasión, ya que el DRAE y el DPD vuelven a contradecirse entre sí): debe llevar hache irremisiblemente. Volvamos al DRAE; la tercera acepción lo deja bastante claro:
3. f. vulg. malson. Golpe, trastazo, bofetada.
El DPD, también:
Vulgarmente se usa, en algunas zonas, con el sentido de ‘golpe o bofetada’: «Me asesta una hostia en la frente» (Quintero Danza [Ven. 1991]). 
Por otro lado, añade información acerca del amplio número de expresiones (malsonantes todas ellas) que incluyen el término, igual que el DRAE. De forma similar, los dos ponen de manifiesto que la interjección «¡Hostia!» (así como su plural «¡Hostias!») lleva hache. 
En España forma parte de numerosas locuciones y expresiones malsonantes, como mala hostia (‘mal humor o mala intención’), a toda hostia (‘a toda velocidad’), la hostia (‘el colmo o el acabose’), etc. También se usa hostia(s) como interjección para denotar sorpresa o enfado: «¡Hostia, qué invento!» (Tomás Orilla [Esp. 1984]). 
Como siempre, hay quien se dedica a escribir para ganarse la vida y no lo tiene muy claro, pero ni por esas consulta las referencias. En el diario Público encontramos el primer ejemplo:


Ni Xirgu, ni *ostias, ni hache. En este caso, la elección era sencilla: la hache era necesaria. Lo mismo sucede en el siguiente ejemplo, extraído de La Vanguardia:


Dudo mucho que la entrevistada sugiera que se dio cuenta del percal comiendo ostras.

La hostia «de pegar» tiene una especie de primo de Zumosol: el hostión. Aunque no venga en el DRAE, se trata de una palabra construida correctamente (merced a un sufijo aumentativo) y, por tanto, su uso es completamente correcto. Si hablamos de una sagrada forma de tamaño contundente, también se puede emplear sin ningún problema.

El primo de Zumosol de la ostia es el ostión, que sí aparece en el DRAE. Nuevamente, el diccionario efectúa una redirección al buscar esta palabra, en este caso a ostrón, que define así:
1. m. Especie de ostra, mayor y más basta que la común.
La interpretación lógica, en consecuencia, es que se prefiere ostrón a ostión, pero en ningún momento se califica como una palabra incorrecta, ni siquiera como un vulgarismo. De lo contrario, a ver quién sería el guapo que le dice a un gaditano que eso de comer ostiones en la tradicional «ostioná» (apócope de ostionada, término que usan en medios como El País o ABC y que no creo que emplee mucha gente allá donde se celebra el evento) previa al carnaval no queda bonito.

Como consecuencia de todo esto, me surge otra duda: ¿qué pasa con las (h)ostias en vinagre? ¿Van con hache o sin ella?

Si bien en los dos diccionarios académicos se contempla que, en las expresiones malsonantes donde aparece el término hostia, este debe llevar hache, también es cierto que el vinagre se utiliza en numerosas recetas con ostias. Así, de encontrarme con esa expresión, no me atrevería a censurar categóricamente la ausencia de la h inicial.

Por cierto, si habéis visto el vídeo del principio, os habréis dado cuenta de que el actor Manuel Manquiña hace la siguiente afirmación:
Vamos a llevarnos bien, porque si no van a haber hondonadas de hostias aquí, ¡eh!
Esta frase, que se hizo tremendamente popular cuando se estrenó la película, contiene un pequeño error. A lo que se refería el personaje no es a hondonadas precisamente. Según el DRAE, la definición de hondonada es la siguiente:
1. f. Espacio de terreno hondo. 
Pazos, el personaje de Manquiña en Airbag, aludía más bien al significado de andanada, cuya primera acepción en el DRAE dice así:
1. f. Descarga cerrada de toda una andana o batería de cualquiera de los dos costados de un buque. U. t. en sent. fig. Una andanada de improperios
Andanada es, en este contexto, un estupendo sinónimo de somanta

En suma: ya se trate de las de comer o de las de pegar, como las definía Rodrigo, la ortografía de las (h)ostias suele llevar a equívocos con más frecuencia de la que debería, incluso entre lingüistas. Con todo, si en alguna ocasión se os presenta la duda, siempre podéis acordaros de Chuck Norris, que todo lo arregla igual.

Hostias como panes


(Esta entrada va dedicada con mucho cariño a Ismael Pardo, pues gracias a él se me ocurrió este tema).